En Ecuador y quizás en toda América Latina el ámbito tecnológico ha sido considerado por los directivos como una caja negra destinada a la generación de resultados mágicos, instantáneos y sin involucramiento. Mientras que los colaboradores, muchas veces, ven al impulso técnico como la causa fundamental de la disminución de la fuerza laboral. Son juicios de valor aceptables dentro de un entorno empresarial en el que la brecha tecnológica es muy dimensionada.
Son justamente esas visiones, las que provocan limitantes en la investigación e interacción tecnológica en todos los niveles de negocio. Y esto, finalmente, pasa factura a las organizaciones que no generan un entorno adecuado para implementar sistemas apropiados de soporte. Lo usual es que las direcciones o gerencias propongan una idea de cambio técnico al departamento de TI, que es el encargado de la evaluación y retroalimentación al área directiva sobre la pertinencia de las acciones. Luego se realiza la socialización con los líderes de otras áreas de negocio para tomar una decisión conforme al nivel de participación activa y conjunta de los colaboradores. Una cultura organizacional clásica y excluyente, que elimina los ciclos de implementación y desarrollo de los sistemas automatizados de gestión, que genera complementos de participación positiva.
En este contexto, abordar la proyección que tienen las soluciones IoT (Internet of Things) en Ecuador requiere un enfoque de integración, no sólo de sistemas y necesidades, sino principalmente de personas.
IoT al servicio de la integración
Actualmente es común escuchar y leer sobre el “Internet de las Cosas” debido a la cantidad de información que nos rodea, sin embargo, es muy probable que las personas generen una idea propia sobre “lo que creo que es”, al no profundizar en las áreas específicas de conocimiento práctico.
Para comenzar de manera acertada e ir avanzando en la comprensión de esta idea, es importante darle forma a la terminología geek detrás de las siglas IoT, de modo que el concepto que la define sea comprendido para todas las personas. Algo absolutamente necesario para afrontar el desafío que implica el uso de la tecnología, en función de la adaptación del yo individual y de mi empresa a las nuevas formas de interacción social y productiva.
IoT se basa en la interconexión de aparatos eléctricos y electrónicos de uso cotidiano (celulares, electrodomésticos, parlantes, relojes digitales, cámaras de seguridad, luminarias, tomacorrientes, etc.) y también de otros un poco más específicos (medidores de energía eléctrica, agua, gas, temperatura, etc.). De modo que estos puedan intercambiar información y ser parte de entornos automatizados con acceso remoto. Es decir, podemos medir (Telemetría), controlar (Telecontrol) y además analizar información (Telegestión), sin necesidad de estar presentes físicamente en el hogar u oficina. Las aplicaciones son tan cotidianas como complejas; permiten el crecimiento en cantidad de dispositivos interconectados y están orientadas tanto a la eficiencia en administración de recursos como al mejoramiento de la interacción tecnológica (confort). A manera de ejemplo, se puede partir por el encendido/apagado de las luces del domicilio u oficina a través de un teléfono celular, hasta llegar a la integración completa de sistemas como el energético, hidráulico, accesos, ventilación y CCTV de toda una empresa.
Es indispensable tener claro que los dispositivos, al igual que las personas, se comunican y que para ello hacen uso de protocolos (wifi, bluetooth, ethernet, etc.). El protocolo es como el idioma de las máquinas, por lo tanto, se debe usar el mismo idioma aunque suene redundante, en todos los equipos que formen parte de una red pequeña, mediana o grande. Con esto se podrán realizar acciones simples como sincronizaciones, emparejamientos o enlaces que permitan el intercambio de información. La estructura del sistema es otro aspecto fundamental y, libre de algunas variantes, consta de los siguientes elementos: equipos de medición - control, equipos de enlace (ruteadores, pasarelas de datos, etc.), software (programas y apps descargables) y almacenamiento (en la nube o en servidores locales).
El incremento de las capacidades digitales otorga a las organizaciones importantes beneficios a nivel de productividad, sustentabilidad, eficiencia, adaptación, innovación y confianza. Para lograrlo hay que estar conscientes del costo que involucra, no a nivel del retorno de inversión, sino de esfuerzo en la capacitación del personal que va a administrar las distintas plataformas digitales. También se debe tomar en cuenta el tiempo de maduración de un sistema desde su implementación hasta la generación de una nueva cultura organizacional. Sólo así se logrará sinergia entre las personas y el microclima digital que las rodea.
Cuando de convergencia tecnológica se trata, las soluciones IoT son el eje transversal que permite enlazar eficientemente los procesos administrativos con el hardware y el software que soportan las operaciones productivas. Esto quiere decir que existe, y participa en conjunto, una posibilidad real de integración entre las personas, los sistemas automatizados y las tecnologías de información.
La dinámica de la vida actual y la acelerada transformación digital exigen, por supuesto, un alto nivel de involucramiento de todas los empleados participantes en el manejo de la tecnología y, por consiguiente, nos coloca ante una nueva realidad para la que no todos -trabajadores y empresas- estamos preparados. El teletrabajo y la educación virtual son sólo dos de los tantos desafíos que hoy se presentan como grandes oportunidades para los que se atrevan a adentrarse al mundo IoT.
Atrás debe quedar la visión tradicionalista de empresa, donde las áreas administrativas y técnicas funcionan separadas unas de otras. Donde cada persona se hace cargo de su metro cuadrado sin proponer mejoras en el rendimiento, no sólo en torno a lo que se produce sino a lo que se consume. Hoy se abre la puerta para que las organizaciones impulsen, por un lado, el desarrollo de competencias tecnológicas sólidas en sus colaboradores y, por otro, la generación de un marco referencial ajustado a los beneficios que ofrecen los sistemas basados en IoT.
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