Todas las personas han buscado o buscan la “idea del millón de dólares”, es válido que lo hagan, pero esa idea especial que muchas veces es creativa, necesaria en el mercado, disruptiva e innovadora, no prospera y en la mayoría de los casos ni siquiera se plasma en el papel.
Si hay tantas buenas ideas, ¿por qué es tan difícil llevarlas a cabo?, en qué momento las buenas ideas pierden su sentido, su magia, ¿aquella que se crea en nuestra mente y nos da ese millón de dólares preciado? Y, cuando hablo del “millón de dólares” no me refiero solo al dinero en sí sino a la meta misma que pretendemos obtener, cualquiera que ésta sea.
Esta es una pregunta que puede asociarse a temas de perseverancia, oportunidad, capacidad y muchos más, pero que en la práctica nos lleva a un campo más terrenal:
Tengo la idea, los medios y el conocimiento… ¿Cómo empiezo?, ¿lo manejo como un negocio personal?, ¿constituyo una compañía?, ¿Qué pasa si va mal?, ¿será que pierdo no sólo lo que he invertido sino también mis bienes personales? Y si va bien, qué me conviene respecto de impuestos, responsabilidad con trabajadores, seguridad social, deudas, utilidades, órganos de control, relación con mis socios, protección de mis productos, reformas estatutarias, trámites… HASTA AHÍ LLEGÓ LA IDEA.
Pues bien, este artículo no tiene otro fin que el de decirte que, las buenas ideas por sí solas, NO EXISTEN, lo que existen son buenas ideas con un plan y un plan con un vehículo para llevarlo hasta la meta deseada. ¿Suena fácil verdad?, pues no lo es, y es por eso por lo que hay miles de ideas grandiosas que no generan sino una ilusión.
Ahora viene la parte aburrida… La legislación. Aburrida para quien no está en este campo, para el comerciante grande, mediano o pequeño, para el que emprende por primera o décima octava vez, pero necesaria como ingrediente que permite plasmar la gran idea.
Nuestra legislación respecto de los vehículos que existen para hacer andar la idea ha tenido cambios importantes en estos últimos meses (no voy a hablar del plan de negocios, pero les sugiero que vean de qué se trata).
Tras mucho caminar, y esperar figuras societarias adicionales a las usuales compañías anónimas y limitadas, ahora tenemos las ¡¡S.A.S!!, las Sociedades Anónimas Simplificadas.
Compañías que ya no requieren de requisitos formales (y costosos) como firmar una escritura pública ante un Notario, tener un capital mínimo, regirse a modelos complicados de estatutos, realizar inscripciones en el Registro Mercantil, ni siquiera requiere que formemos esta empresa con uno o más socios, ¡podemos hacerla solos!
Las S.A.S. son claras en establecer la separación de la persona jurídica de la de sus accionistas, es decir, limitar la responsabilidad de los accionistas hasta por el monto de su aporte (en principio), son tan flexibles, que permiten incorporar pactos de accionistas, limitación a transferencia de acciones si así se lo desea, gobierno corporativo, posibilidad de determinar los derechos que se dan a cada tipo de acción, e incluso manejar los estatutos y la estructura administrativa a voluntad de quienes las constituyen para acoplarlas a las necesidades del negocio. Su trámite de constitución es rápido y en esencia gratuito e involucra únicamente a la Superintendencia de Compañías, Valores y Seguros.
Este tipo de sociedades es totalmente nuevo en el Ecuador, en países como Colombia, ha desplazado a las Sociedades Anónimas y de Responsabilidad Limitada, por tanto, es un vehículo último modelo. La mala noticia, aún hay más legislación por aplicar una vez constituida la empresa y que afectan al negocio, pero eso es del día a día, para ello está el plan de negocios y claro está, los Abogados.
Por el momento nos emocionamos con este nuevo modelo 2020, que puede venir con “extras” como el de ser de Beneficio de Interés Colectivo “B.I.C.”, régimen de emprendimiento y otros que contempla la Ley, es solo cuestión de pedirlo.
Muy buen artículo 👍