Podemos tener una gran visión, pero de poco nos sirve si no existe un buen alineamiento y compromiso organizacional con respecto a las pequeñas grandes cosas que hacen que esa visión se viva todos los días. Hablamos de metas, rutinas, hábitos, creencias, comportamientos, tradiciones, valores, prácticas, actitudes y supuestos, y que finalmente conforman la cultura organizacional.
La cultura en sí (podemos hablar también de mindset organizacional) es cómo vivimos y cómo hacemos las cosas a diario en la empresa. La pregunta es: ¿Eso que se hace a diario, es una fiel traducción de la visión? La mayoría de las veces, estamos llenos de incoherencias y grandes ironías si comparamos el mindset organizacional con la visión.
No es sencillo. Generar un cambio cultural es como “maniobrar un barco carguero. Toma tiempo. Y mientras los motores empujan en una dirección, el viento y la marea empuja en la otra”. Hay grandes beneficios ser coherentes. Tom Peters (Ex McKinsey y reconocido autor) dice: Una empresa coherente es una empresa con excelencia.
La coherencia aplica a todos niveles en la empresa, así como a nivel personal. Un buen ejercicio, es desarrollar la visión y hacer un “match” en una matriz, entre partes de la visión y el mindset organizacional. Comúnmente buscamos que la visión sea corta, clara y potente, lo cual por lo general es positivo, pero no lo es, si es que lo que buscamos es desarrollar mayor coherencia.
Visión vívida
¿Cómo llevarías a cabo el desarrollo de tu visión, de una forma que la puedas describir, tal y como si fuera una grabación en video?, ¿Qué ves?, ¿Qué escuchas?, ¿Qué lees sobre tu empresa o departamento?, ¿Cómo actúa la gente? Si buscamos ser los mejores panaderos de la ciudad, ¿Cómo se traduce eso en las reacciones de los clientes?, ¿Cómo son los diseños de las perchas?, ¿Cómo es la experiencia del cliente? En una visión vívida, los detalles se vuelven objetivos. Y esto hace que sea mucho más fácil buscar coherencia entre la visión y el mindset organizacional.
Match entre la visión vívida y el mindset organizacional
¿Qué hábitos, rutinas, tradiciones, comportamientos, etc.. necesitas para que cada parte de la visión se vuelva realidad?, ¿Cuáles se deben dejar de hacer? Y ¿Cómo puedes poner más atención (y por lo tanto más energía), en que se cumpla lo que se necesita?
Imaginarlo a nivel personal lo vuelve muy tangible. Por ejemplo: Si buscamos hacer un cambio en nuestra forma de ser, sentir o actuar, lo mejor es imaginar cómo podría verse eso en un año, y luego hacer un “match” con los hábitos, rutinas, comportamientos, creencias y demás que voy a necesitar para lograrlo.
Si tengo gran claridad hacia dónde voy, pero poca coherencia con lo que soy y hago a diario, soy un soñador. Si tengo una gran actitud, buenos hábitos y voluntad (equivalente a la cultura organizacional), pero poca claridad o visión, entonces solo se trata de buenas intenciones, pero sin norte.
A nivel empresarial es muy parecido. Finalmente se trata de que cerrar la brecha entre el sentido común y la práctica común. Es decir: hacer lo que se necesita para llegar a ser lo que queremos ser.
Una cuestión de mirar con lupa
Tener una guía sobre cómo ser más coherentes ya es un gran paso. Sin embargo, hay que mirar con lupa y diferenciar entre “cómo decimos que hacemos y vivimos las cosas en la empresa” y “cómo realmente se hacen las cosas”. La parte que no vemos del iceberg, es en realidad gran parte de la esencia de la cultura: reglas no escritas, creencias compartidas que se viven, tradiciones y normas, historias y sentimientos, entre otros.
Turbulencia, disrupción y cambio
Como dicen: “el cambio es la única constante” y en un entorno VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo por sus siglas en inglés), ya no hablamos realmente de gestión del cambio. El cambio en sí, debería de ser parte del DNA de la cultura empresarial. Siempre habrá grandes ventajas para aquellos que logren navegar el cambio, desde su propia versión. Y siempre habrá grandes oportunidades para aquellos que logren generar una oportunidad disruptiva, a partir de un estrés disruptivo en los mercados o en la empresa.
Está claro que el reto es enorme pero las ganancias aún más.
Una cultura coherente y una cultura en la que el cambio sea un “movimiento” activo, representa una verdadera ventaja competitiva.
Equipos SWAT
Iniciar un cambio de A a B, muchas veces requiere de una cierta crisis o de un equipo especial. En todo caso, tener ese equipo es clave. Un equipo que pueda iniciar con el cambio, en donde se pueda actuar fuera de la estructura tradicional, se puedan sugerir soluciones y lanzar experimentos.
Hay muchos caminos a la excelencia, y la coherencia es uno muy sólido: comenzando por desarrollar la visión, siendo coherentes en el ser y actuar, y sin perder de vista lo que no se puede ver y considerando la creación de un movimiento de “cambio continuo” con equipos especiales.
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